En el primer capítulo de su libro Mujer deseada, mujer deseante (colección Psicología, Gedisa Editorial), titulado “Amamos a los hombres como amamos a nuestras madres”, la ginecóloga Danièle Flaumenbaum comenta una de las inquietudes más comunes de sus pacientes: aman a sus parejas, pero no tienen deseo de ser penetradas, es un amor asexuado, un amor maternal.
Flaumenbaum explica que es natural que al vivir en pareja regresemos a la seguridad que nos daba nuestra madre: ese amor telepático que no necesita explicaciones, esa seguridad, esa incondicionalidad, sobre todo al principio.
Sin embargo, al no evolucionar y superar esta etapa con una crianza abierta y honesta, es posible que busquemos en nuestras parejas ese amor de madre, ese amor no sexual que hará que la relación se torne en algo aburrido y hasta insano.
Por otro lado, al buscar “cuidar” a nuestra pareja como si fuera nuestro hij@, lo amarramos, no dejamos que crezca y viva su adultez junto a nosotr@s. Le quitamos la oportunidad de apreciarnos y dejarnos ser independientes y únicos.
Todo esto nos invita a pensar en varias dimensiones:
Como madre:
- Qué clase de amor le estás dando a tu hij@
- Cómo l educas para que en un futuro sea una pareja independiente y sana.
- Cómo le demuestras a tu hij@ que las relaciones requieren comunicación, adaptabilidad y evolución.
- Cómo le enseñas a tu hij@ que una pareja no es una madre y que debe saber cuidarse y quererse a sí mism@ para no sufrir.
- Qué tipo de educación sexual le estás impartiendo a tu hij@
Como persona:
- Qué amor te dio tu madre, qué clase de madre fue.
- Qué podrías mejorar de tu crianza.
- Tuviste una madre ausente o distante.
- Qué recuerdas de tu infancia y de tu relación con tu madre.
Como pareja:
- Qué clase de relación tienes con la otra persona: te sobreprotege, te regaña, espera que le leas el pensamiento.
- Qué expectativas has puesto sobre los hombros de la otra persona que no se están cumpliendo. ¿Se parecen a lo que haría una madre por un hij@?
En la medida en que la relación que tuvimos con nuestra madre haya sido cercana, amorosa, honesta e independiente, seremos más capaces de diferenciar entre el amor maternal no sexual y el amor de pareja.
En este sentido es muy importante también recordar que las madres son mujeres, y que dentro de ellas conviven ambos roles: mujer y madre, con necesidades diferentes y formas distintas de ver la vida, el amor y el placer.
Cuestionarnos y pensar en nuestra crianza y cómo afecta nuestra manera de abordar las relaciones de pareja, es un gran paso hacia el autoconocimiento, una ventana hacia una vida en pareja más sana y placentera.
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