Para nadie es un secreto y a lo largo de mis años de carrera, lo he confirmado: uno de los más grandes miedos de la mujer es la vejez.
Para prueba la innumerable cantidad de productos “anti-aging” que hay en el mercado, para las arrugas, para las bolsas de los ojos, para los poros; hay cientos de tratamientos faciales, Botox para los labios, tintes de pelo para las canas, cirugía estética para levantar todo lo que con los años se va cayendo… y pare usted de contar.
Tantos hechos me han hecho preguntarme: ¿a qué se debe este temor tan grande a la vejez que sufrimos las mujeres? ¿Qué ha pasado en la sociedad que nos ha llevado a odiar las huellas de los años, la madurez y la experiencia en nuestro cuerpo? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Cómo nos hemos permitido llegar tan lejos? ¿Y qué estamos haciendo para mejorar nuestra salud mental?
He dedicado mi vida al empoderamiento de nosotras las mujeres y a mejorar nuestra salud sexual. En el Proyecto Kunda queremos hacer mujeres felices, sin dejarse llevar por los estándares de belleza tergiversados de la sociedad; es por ello que no puedo dejar de escribir estas líneas.
Han convertido el cuerpo de la mujer en un contenedor de necesidades muy lucrativas para la economía mundial. La industria de las cirugías estéticas y de los productos de “belleza” crece sin parar y harán hasta lo imposible para mantenernos llenas de miedos, ya que nuestro miedo es su negocio.
Becca R. Levy es profesora de Epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Yale y profesora de Psicología en la Universidad de Yale. Es una investigadora líder en los campos de la gerontología social y la psicología del envejecimiento. Ha realizado numerosas investigaciones fundamentales sobre cómo funcionan los estereotipos sociales del envejecimiento y cómo pueden influir en las personas cuando envejecemos. Tras realizar múltiples estudios transculturales, experimentales y longitudinales, concluye que los estereotipos sobre la vejez se inician desde la infancia y la juventud, y más adelante, cuando envejecemos estos estereotipos nos influyen en nuestra salud y enfermedades, de manera que si esos estereotipos son negativos, se vuelven en nuestra contra.
Entonces ahí lo tienen: si percibimos nuestra vejez como algo negativo, estamos abriendo la puerta a enfermedades tanto físicas como mentales y emocionales, por la creencia de que la vejez es sinónimo de poca salud y poca energía.
Miriam Al Adib en su libro Hablemos de Vaginas nos dice que “la forma negativa como se auto perciben las personas en la vejez influye negativamente en la memoria, causan estrés y peores formar de envejecer, e incluso, predicen una menor sobre vivencia”, y así lo demostró en estudios longitudinales Becca R. Levy concluyendo que los mayores que tenían una autopercepción más positiva de la vejez vivían nada menos que una media de 7,5 años más que aquellos mayores con una autopercepción negativa de su vejez.
Una sociedad donde se niega el envejecimiento y la muerte da lugar a la construcción de un ideal de mujer inalterable: con la misma energía que en la juventud, el físico lo más juvenil posible, sin arrugas, sin canas, sin grasa en la cintura… Y me pregunto yo: ¿este infantilismo lo dejamos también para nuestra psiquis? ¿Está generando esta sociedad mujeres más aniñadas, menos preparadas y más sumisas?
“Cuanto más joven pareces, más bella eres”, nos dice nuestra sociedad, ¿será que mientras menos inteligentes también somos más bellas? NO. Me niego a creerlo.
Ayudémonos a construir un mundo en que los halagos se basen en nuestros logros como personas y en nuestra felicidad y no en cosas como “pareces 10 años menos”.
Aceptémonos y cuidémonos
Hoy quiero invitarlas a aceptar nuestros cambios, que no es lo mismo que resignarnos, sino permitir con naturalidad que todo sea lo que es: el cuerpo cambia, la energía también (y no necesariamente para mal), nosotros cambiamos, nuestros hijos crecen y eventualmente crearán sus propias familias. Si creamos un espacio a nuestro alrededor en el que negamos todo lo natural de la vida, estamos volviendo ese espacio en nuestra contra y, por ende, volviéndonos nosotr@s mism@s en nuestra contra.
Nuevamente, aceptar no es resignarse, aceptar no es reprimir, no es negar lo que te pasa. Aceptar es dejar de lado los juicios que hacemos sobre nosotras mismas, dejar de pensar cómo nos han impuesto que pensemos y dejar que lo sagrado y nuestra propia divinidad fluyan naturalmente.
Recuerda que con los años también viene el crecimiento propio y el aprendizaje que obtenemos día a día por nuestras experiencias; la madurez y la capacidad de decir “soy mujer y esto feliz de serlo”. Con los años crece la familia y/o los amigos. Negar la vejez es negar todas estas cosas buenas que también vienen con los años.
Permítete y permítenos acompañarte a lo largo de esta maravillosa vida en la que podamos ver que cada día que pasa no es un día en que nos hacemos más viej@s, sino un día en el que nos acercamos más a ser esas mujeres felices y realizadas que nacimos para ser.
Si no me crees, créele a esta sonrisa y a su felicidad genuina…
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¡Qué vivan las mujeres libres y felices!
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Con mucho amor, Kunda La Vagina.
Me encantó, gracias por compartir y darnos a conocer esto tan valioso, cada etapa de la vida es maravillosa aceptemosla y vivamosla desde el amor y la compasión. ??????